CALABACÍN DORADO CON SEMILLAS DE CHÍA Y ORÉGANO

Publicado por Rosa Rizzo el

 

Ingredientes para 4 personas

2 calabacines grandes y oscuros

5-6 cucharadas de harina de maíz para rebozar El crujiente Mulino Marello

2 cucharadas de semillas de chía orgánicas

Orégano al gusto

Aceite de oliva virgen extra al gusto

Procedimiento

Lavar y cortar los calabacines en rodajas de aproximadamente 1 cm de grosor. Añade unas pizcas de sal y déjalas reposar aproximadamente medio día para que pierdan agua y no queden húmedas durante la cocción. Si no tienes tiempo para realizar este paso, no hay problema, es posible que simplemente se queden un poco húmedos. Prepara una masa mezclando unas cinco cucharadas de harina de maíz en el agua junto con las semillas de chía. Sumerge las ruedas de calabacín en la masa y añade más semillas de chía si quieres. Colocar en la bandeja del horno. Un chorrito de aceite de oliva virgen extra y cocinar en horno ventilador a 180 grados durante unos 15 minutos. ¡Sirva caliente con una generosa pizca de orégano!

Nunca faltan calabacines en casa.

Son apreciadas por prácticamente todo el mundo y sobre todo son una verdura muy digerible y delicada, apta tanto para el destete como para personas con el intestino delicado e inflamado.

Ciertamente los comemos durante todo el año, pero los calabacines de primavera y verano son particularmente dulces, jugosos incluso crudos y llenos de energía.

Para mí son imprescindibles al vapor, sobre todo los oscuros, quizás con un poco de gomasio o salvia picada, porque ya lo sabréis, me gusta la sencillez. Mientras que las pequeñas románicas con la flor, cortadas finamente, quedan muy ricas crudas para añadir a nuestras ensaladas.

Rica en potasio en particular, pero también en hierro, calcio y fósforo, folato, antioxidantes y fibras delicadas.

¿Cómo llevarlos a la mesa para que queden aún más apetecibles?

Pruébalos así, horneados para no apelmazar, con un rebozado de maíz crujiente, unas semillas y inundarlos con aroma a orégano. Bueno tanto frío como caliente. Pueden acompañar un segundo plato de verduras, como hamburguesas de guisantes o albóndigas de garbanzos, por ejemplo, pero también se pueden comer solas, quizás como complemento de una sopa caliente. ¿Para el aperitivo? ¡Y por qué no! Servir con una bebida afrutada en lugar de patatas fritas y pretzels industriales. ¡Un beneficio para tu salud y tu paladar!

Artículo de la Dra. Isabella Vendrame, psicóloga, escritora y divulgadora food coach.

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